El coloso de la comida rápida recurre la prohibición de abrir un enorme restaurante en un área arqueológica de 35.000 metros cuadrados junto a las termas de Caracalla en la capital italiana

El negocio era perfecto. Vender hamburguesas, aritos de cebolla y patatas fritas con vistas a uno de los conjuntos arqueológicos más extraordinarios del mundo. McDonald’s, que siempre ha tenido un difícil encaje en el milenario centro de Roma —su apertura en una esquina del Vaticano en 2017 provocó una enorme polémica—, se fijó esta vez en un terreno de 35.000 metros cuadrados en el área de las termas de Caracalla, un imponente complejo de baños públicos construido entre el año 212 y 217. El plan, que pretendía invertir 1,3 millones de euros para levantar el templo de la comida, fue rechazado por el Ayuntamiento y por el Tribunal de apelación de la región. Pero McDonalds, como contaba La Repubblica este martes, vuelve a la carga y ha recurrido al Consejo de Estado, que deberá pronunciarse antes de Navidad.

Mc Donald’s tiene todavía en la celosa cultura gastronómica local el estigma de odiosa anomalía fruto de la velocidad y la baja calidad. En 1986, la apertura del primer McDonald’s de Italia en la Plaza de España (Roma) también causó un gran escándalo social y político. Hubo incluso artistas que sacaron la vieja bandera de la protesta para oponerse a lo que consideraban un atentado contra las buenas costumbres del cuchillo y el tenedor. Les sucedió a todos. Starbucks, por ejemplo, intentó suavizar su aterrizaje cerca de la catedral de Milán, en 2017, regalando unas palmeras a la ciudad, pero días más tarde aparecieron quemadas. Además de la ofensa por considerar que los estadounidenses pretendían enseñarles a preparar el café, algunos sintieron que les tomaban por monos con aquellos árboles. En este caso, tal y como subrayó el Ministerio de Cultura con el dictamen de 2019, se trataba de un tema de protección de bienes culturales, tal y como alegó el Ayuntamiento en la primera decisión que tomó.