La evolución del perro junto al ser humano ha creado en los animales una dependencia en cuanto al suministro de alimentos y necesidad de atención, un factor este último que en ocasiones puede provocar alteraciones alimenticias. Estos trastornos son evidencias de que algo no va del todo bien, siendo en algunos casos síntoma de una enfermedad de importancia o de un problema de ansiedad, depresión o aburrimiento.
Los avances en etología canina, la ciencia que estudia el comportamiento de los perros, han sido muy importantes en las últimas décadas. Una convivencia cada vez más cercana ha generado un gran interés en el colectivo científico, que ahora considera la etología como un área digna de estudio.
En este sentido las primeras investigaciones se centraron en los lobos, para después extrapolar los resultados a los perros domésticos. Pero pronto se dieron cuenta de que tras miles de años de evolución las dos especies son tan diferentes que resulta imposible comparar comportamientos, especialmente los relacionados con la socialización, la alimentación o la reproducción.
¿POR QUÉ MI PERRO TIENE UN TRASTORNO ALIMENTICIO?
La domesticación ha hecho de los perros una especie única. Por un lado, sus características físicas han cambiado para adaptarse al clima, función y gustos de los dueños y, por otro, su comportamiento ha evolucionado para adaptarse a un entorno humanizado.
La transformación de animal salvaje a mascota moderna le ha supuesto al perro el estatus de “mejor amigo del hombre”, asegurando con ello alimento, protección y compañía.
Sin embargo, no todo han sido beneficios. Como en cualquier proceso de adaptación los perros han tenido que eliminar conductas naturales que resultaban “inapropiadas”.
Actualmente los perros domésticos viven dentro de nuestras casas, con salidas e interacciones sociales limitadas y controladas, con una dieta basada en pienso y con una cantidad y calidad de estímulos muy baja. Esta vida doméstica favorece la aparición de numerosas alteraciones de conducta.
Las más habituales son aquellas que cursan con ansiedad, miedo y agresividad, pero hay otras alteraciones menos conocidas, como son los trastornos alimenticios, que afectan a la salud de nuestras mascotas.
TRASTORNOS ALIMENTICIOS EN PERROS
Podemos definir como trastorno alimenticio cualquier problema o anomalía a la hora de comer. Debido a su limitación de consciencia los animales no pueden desarrollar enfermedades como la anorexia o la bulimia, pero si pueden padecer problemas relacionados con la cantidad de comida que ingieren o con el tipo de cosas que tragan.
Uno de los trastornos más habituales en perros es un incremento del apetito. Los animales que lo sufren tienen hambre continuamente, incluso después de haber ingerido su ración de comida, llegando a robar comida de otras mascotas o abrir armarios y puertas para alcanzar su premio.
Las causas de este tipo de alteraciones son muy variables, aunque si nuestro perro padece este problema lo primero que haremos es descartar problemas de salud. Enfermedades como la diabetes, alteraciones tiroideas o el Síndrome de Cushing, suelen producir un aumento del apetito.
También la ansiedad, el miedo, la competencia directa con otros animales, un trauma durante la etapa de cachorro por falta de comida o una dieta inadecuada, pueden causar la aparición de este trastorno.
Por el contrario, la falta de apetito está muy relacionada con problemas de salud, aunque algunos perros pueden dejar de comer por miedo o estrés agudo o crónico. La etapa de celo de hembras y machos también suele causar una disminución del hambre e incluso algunos perros son muy selectivos con el alimento y tienden a rechazar la mayoría de ellos.
MI PERRO COME COSAS RARAS
En cuanto al tipo de cosas que pueden llegar a tragar los perros encontramos dos alteraciones muy habituales. La primera es la ingestión de objetos extraños, como piedras, palos o juguetes. El llamado “síndrome del perro aspiradora” supone un gran riesgo de obstrucción intestinal. En estos casos es importante descartar problemas de ansiedad, depresión o falta de estimulación y aburrimiento.
La segunda es la ingestión de heces. Se trata de un cuadro muy habitual en cachorros y que debe desaparecer con el paso de los meses. También puede ser síntoma de problemas digestivos, como la insuficiencia pancreática, típica de algunas razas caninas como el pastor alemán.
Para prevenir este tipo de problemas es importante enseñar al perro a comer correctamente. Se trata de un proceso que requiere de paciencia e insistencia y, salvo casos donde el veterinario indique lo contrario, se puede seguir con cualquier perro.
Se basa en tener un mismo horario de comidas, dejando el alimento un tiempo limitado y no causando al animal molestias, ruidos, caricias o intromisiones a su alrededor mientras se alimenta.